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5 mar 2014



Este espacio curricular tendrá como propósito orientar a los estudiantes en la progresiva construcción de su proyecto de vida en los ámbitos personal y social, recuperando, contextualizando y ampliando los aprendizajes alcanzados hasta el momento, a fin de generar reflexión y diálogo referidos a la problemática social y, dentro de ella, a la relación entre el sujeto y su contexto, como fundamento organizador de las prácticas de inclusión social. Por ello, será importante retomar aquellos saberes de las distintas disciplinas del Ciclo Básico que, por su pertinencia y relevancia, les permitan a los estudiantes la revisión crítica de los ámbitos de la vida cotidiana que ellos mismos se encuentran transitando, como así también de sus perspectivas a futuro. Focalizará ciertos aspectos del entorno más próximo de los estudiantes, especialmente en relación con sus propias posibilidades, limitaciones y obstáculos -presentes y futuros- de desempeño como ciudadano. En este sentido, se pretende conjugar -en los procesos de aprendizaje y enseñanza- las expectativas y objetivos personales (lo que quieren, pueden y esperan hacer) y su inclusión comunitaria (lo que puedan hacer por y para la sociedad). En esta línea, las estrategias puestas en juego posibilitarán la ampliación de los horizontes ocupacionales de los adolescentes y jóvenes, entendiendo por „ocupación‟ aquellos espacios actuales y potenciales de desempeño, vinculados no sólo al ámbito educativo, sino también al cultural, político, económico, científico, tecnológico, entre otros; esto es, al mundo de las prácticas sociales. Será entonces la Escuela la que, cumpliendo su función en el contexto, logre su finalidad de preparar a los estudiantes para el ejercicio pleno de la ciudadanía, como así también para la continuidad de estudios superiores y la inclusión al mundo del trabajo. En este sentido, la „formación para el trabajo‟, no puede limitarse sólo a lo vinculado con el empleo o un emprendimiento económico determinado, sino que ha de incorporar toda actividad creativa y transformadora que realizan los sujetos para satisfacer sus necesidades. De esta manera, el concepto se amplía y diversifica, incorporando también aquellas actividades de producción material y simbólica llevadas a cabo en el hogar y en los más diversos y variados espacios públicos (clubes, centros culturales, comunitarios, etc.).
Por ello, en el contexto de este espacio curricular, se pretende propiciar la adquisición de conocimientos y el desarrollo de habilidades y actitudes para la vida y el trabajo, a fin de que los estudiantes puedan desempeñarse con mayor potencial en su quehacer cotidiano, seguir aprendiendo y aplicar lo aprendido en forma continua y con crecientes niveles de autonomía a lo largo de la vida, “saber hacer con saber y con conciencia sobre el impacto de ese hacer” y enfrentando - de manera activa y responsable como miembros de su comunidad49- los retos que impone una sociedad en permanente cambio. En definitiva, las finalidades de este espacio curricular se orientan a contribuir con la formación de personas capaces de comprender el mundo en su complejidad, valorar sus propias capacidades, desarrollar sus potencialidades, interactuar con otros, afrontar los desafíos y operar las transformaciones necesarias para el desarrollo propio y de los demás en comunidad.
La vida de las personas está influida por diferentes ámbitos, como ser el hogar, la escuela, el club, el trabajo, el barrio, el pueblo, es decir, ámbitos sociales más o menos estructurados por subjetividades e instituciones significativas para cada estudiante. Allí moldean formas de representarse a sí mismos, a los demás y al mundo. Esas representaciones son fruto de la interacción con otros, de la circulación masiva de discursos a través de los medios de comunicación y producto también de las particulares formas de apropiarse, recrear e interpretar esas influencias por parte de cada sujeto, en la construcción activa de sentidos. Dichas representaciones pueden tender a naturalizarse, a rigidizarse y proyectarse sobre experiencias sociales lejanas en el tiempo y el espacio. La intervención educativa debe contribuir a desnaturalizar dichas representaciones y movilizar actitudes de pasividad o de omnipotencia sobre las propias condiciones de vida. El análisis de la historia y las modalidades actuales de la juventud brinda herramientas para pensarse a sí mismos y delinear un proyecto personal en procesos de interacción colectiva. En este sentido, delinear un proyecto de vida significa anticipar una biografía deseada, analizar sus condiciones e indagar los modos disponibles para hacerla realidad. Las percepciones y anhelos de cada sujeto se activan y articulan en una proyección de futuro que, para hacerse posible, requiere de lecturas atentas del presente y sus posibles escenarios de transformación. En una sociedad democrática, es necesario que cada sujeto piense el futuro visualizándose él mismo como ciudadano pleno, conciente de sus derechos y obligaciones, dispuesto a procurar su cumplimiento tanto para sí, como para los demás. De esta manera, sus estrategias y proyecciones vitales se enmarcarán en un escenario social inclusivo, regido por la solidaridad inter e intrageneracional. Ante esta situación, Formación para la vida y el trabajo procurará generar un espacio donde estén presentes las distintas realidades y concepciones de la adolescencia y juventud, como construcción social en los tiempos actuales. Este proceso representa, para los docentes, un desafío significativo que supone partir de la comprensión del “ser adolescente y joven” en la actualidad y revisar las propias representaciones, como así también desarrollar la capacidad de escucha y la aceptación de lo diverso, con el objeto de facilitar los vínculos necesarios para poder enseñar y aprender. A modo de síntesis, corresponde decir que los aprendizajes específicos de este espacio curricular contemplan, como núcleos estructurantes, los conceptos Sujetos, Contextos e Inclusión. Dadas las estrechas relaciones de complementariedad y articulación entre ellos, es conveniente entenderlos como organizadores que atraviesan el trabajo en el espacio curricular y funcionan como dimensiones para el abordaje de diferentes experiencias y prácticas educativas en contexto.