Este espacio curricular tendrá como propósito orientar
a los estudiantes en la progresiva construcción de su proyecto de vida en los
ámbitos personal y social, recuperando, contextualizando y ampliando los
aprendizajes alcanzados hasta el momento, a fin de generar reflexión y diálogo
referidos a la problemática social y, dentro de ella, a la relación entre el
sujeto y su contexto, como fundamento organizador de las prácticas de inclusión
social. Por ello, será importante retomar aquellos saberes de las distintas
disciplinas del Ciclo Básico que, por su pertinencia y relevancia, les permitan
a los estudiantes la revisión crítica de los ámbitos de la vida cotidiana que
ellos mismos se encuentran transitando, como así también de sus perspectivas a
futuro. Focalizará ciertos aspectos del entorno más próximo de los estudiantes,
especialmente en relación con sus propias posibilidades, limitaciones y
obstáculos -presentes y futuros- de desempeño como ciudadano. En este sentido,
se pretende conjugar -en los procesos de aprendizaje y enseñanza- las
expectativas y objetivos personales (lo que quieren, pueden y esperan hacer) y
su inclusión comunitaria (lo que puedan hacer por y para la sociedad). En esta
línea, las estrategias puestas en juego posibilitarán la ampliación de los
horizontes ocupacionales de los adolescentes y jóvenes, entendiendo por „ocupación‟
aquellos espacios actuales y potenciales de desempeño, vinculados no sólo
al ámbito educativo, sino también al cultural, político, económico, científico,
tecnológico, entre otros; esto es, al mundo de las prácticas sociales. Será
entonces la Escuela la que, cumpliendo su función en el contexto, logre su
finalidad de preparar a los estudiantes para el ejercicio pleno de la
ciudadanía, como así también para la continuidad de estudios superiores y la
inclusión al mundo del trabajo. En este sentido, la „formación para el
trabajo‟, no puede limitarse sólo a lo vinculado con el empleo o un
emprendimiento económico determinado, sino que ha de incorporar toda actividad
creativa y transformadora que realizan los sujetos para satisfacer sus
necesidades. De esta manera, el concepto se amplía y diversifica, incorporando
también aquellas actividades de producción material y simbólica llevadas a cabo
en el hogar y en los más diversos y variados espacios públicos (clubes, centros
culturales, comunitarios, etc.).
Por
ello, en el contexto de este espacio curricular, se pretende propiciar la
adquisición de conocimientos y el desarrollo de habilidades y actitudes para la
vida y el trabajo, a fin de que los estudiantes puedan desempeñarse con mayor
potencial en su quehacer cotidiano, seguir aprendiendo y aplicar lo aprendido
en forma continua y con crecientes niveles de autonomía a lo largo de la vida,
“saber hacer con saber y con conciencia sobre el impacto de ese hacer” y
enfrentando - de manera activa y responsable como miembros de su comunidad49-
los retos que impone una sociedad en permanente cambio. En definitiva, las
finalidades de este espacio curricular se orientan a contribuir con la
formación de personas capaces de comprender el mundo en su complejidad, valorar
sus propias capacidades, desarrollar sus potencialidades, interactuar con
otros, afrontar los desafíos y operar las transformaciones necesarias para el
desarrollo propio y de los demás en comunidad.
La vida de las personas está influida por
diferentes ámbitos, como ser el hogar, la escuela, el club, el trabajo, el
barrio, el pueblo, es decir, ámbitos sociales más o menos estructurados por
subjetividades e instituciones significativas para cada estudiante. Allí
moldean formas de representarse a sí mismos, a los demás y al mundo. Esas
representaciones son fruto de la interacción con otros, de la circulación
masiva de discursos a través de los medios de comunicación y producto también
de las particulares formas de apropiarse, recrear e interpretar esas
influencias por parte de cada sujeto, en la construcción activa de sentidos.
Dichas representaciones pueden tender a naturalizarse, a rigidizarse y
proyectarse sobre experiencias sociales lejanas en el tiempo y el espacio. La
intervención educativa debe contribuir a desnaturalizar dichas representaciones
y movilizar actitudes de pasividad o de omnipotencia sobre las propias
condiciones de vida. El análisis de la historia y las modalidades actuales de
la juventud brinda herramientas para pensarse a sí mismos y delinear un proyecto
personal en procesos de interacción colectiva. En este sentido, delinear un
proyecto de vida significa anticipar una biografía deseada, analizar sus
condiciones e indagar los modos disponibles para hacerla realidad. Las
percepciones y anhelos de cada sujeto se activan y articulan en una proyección
de futuro que, para hacerse posible, requiere de lecturas atentas del presente
y sus posibles escenarios de transformación. En una sociedad democrática, es
necesario que cada sujeto piense el futuro visualizándose él mismo como
ciudadano pleno, conciente de sus derechos y obligaciones, dispuesto a procurar
su cumplimiento tanto para sí, como para los demás. De esta manera, sus
estrategias y proyecciones vitales se enmarcarán en un escenario social
inclusivo, regido por la solidaridad inter e intrageneracional. Ante esta
situación, Formación para la vida y el trabajo procurará generar un
espacio donde estén presentes las distintas realidades y concepciones de la
adolescencia y juventud, como construcción social en los tiempos actuales. Este
proceso representa, para los docentes, un desafío significativo que supone
partir de la comprensión del “ser adolescente y joven” en la actualidad y
revisar las propias representaciones, como así también desarrollar la capacidad
de escucha y la aceptación de lo diverso, con el objeto de facilitar los
vínculos necesarios para poder enseñar y aprender. A modo de síntesis,
corresponde decir que los aprendizajes específicos de este espacio curricular
contemplan, como núcleos estructurantes, los conceptos Sujetos, Contextos
e Inclusión. Dadas las estrechas relaciones de complementariedad y
articulación entre ellos, es conveniente entenderlos como organizadores que
atraviesan el trabajo en el espacio curricular y funcionan como dimensiones
para el abordaje de diferentes experiencias y prácticas educativas en contexto.